Son las 5:30 a.m. en el campamento del proyecto Chavimochic, el hogar temporal del Colegio de Alto Rendimiento (COAR) de La Libertad. Josué Castillo, estudiante de cuarto año, se levanta de su camarote y se suma a la larga cola que forman otros 24 compañeros para usar una de las cuatro duchas disponibles. Su día, una maratón de cursos del Bachillerato Internacional y del currículo nacional, no termina en las aulas. Voluntariamente, organiza el comedor y, a menudo, es el último en comer: un reflejo del altruismo que la institución busca forjar.
La historia de Josué es un microcosmos de la realidad del COAR La Libertad: un centro de excelencia académica que opera en condiciones que contradicen su propia promesa de calidad. “Una infraestructura propia nos permitiría dar mucho más del esfuerzo que demostramos hoy en día”, resume el estudiante.
Desde 2015, la comunidad educativa vive con la esperanza de un local propio. Sin embargo, la realidad es un conjunto de instalaciones prestadas, que distan mucho de lo estipulado en la Resolución Viceministerial 050-2019. Como referencia, el recién inaugurado COAR Tacna cuenta con una biblioteca equipada, aulas de innovación, laboratorios de última generación, piscina, gimnasio y espacios inclusivos. En La Libertad, la situación es otra.
Una precariedad que abarca todo
Los problemas son evidentes en cada rincón del campamento: A nivel de residencias, los estudiantes lidian con la inestabilidad de los servicios de agua y luz, además del deterioro de camarotes, puertas y techos, producto del uso constante y un presupuesto de mantenimiento insuficiente.
En lo que a recursos académicos respecta, los proyectores datan de 2015 y se encuentran en mal estado. No todas las aulas tienen escritorios para los docentes. La deficiencia de los equipos informáticos obliga a que la mayoría de los estudiantes deban adquirir sus propias laptops para poder seguir el ritmo exigido.
Asimismo, el campus carece de rampas y accesos adecuados para personas con discapacidad motora, una barrera que limita el acceso de estudiantes y docentes con esta condición, contradiciendo el espíritu de igualdad de oportunidades. La infraestructura deportiva también muestra señales de abandono: la única loza deportiva disponible se divide improvisadamente para practicar múltiples deportes a la vez, lo que genera interrupciones y riesgos constantes. Esta se ubica junto a las aulas, por lo que se genera un ruido es constante. El equipamiento, como los arcos, está oxidado y roto, y la falta de un toldo expone a los jóvenes a la insolación.
Esta falta de infraestructura adecuada trunca talentos. Es el caso de Álvaro Huaripata, campeón nacional de natación en 100 metros mariposa. “Desde que ingresé al COAR mi entrenamiento se ha visto limitado. La falta de tiempo y acceso a una piscina complica esta situación. Me siento frustrado”, confiesa Álvaro, quien pese a todo logró una medalla de bronce en los Juegos Deportivos Escolares de 2023 y 2024. “Aunque no tenga la posibilidad de aprovechar la infraestructura como debe ser, siempre voy a buscar la forma para superarme”.
Respuesta frente al abandono
Paradójicamente, de esta precariedad brotan logros extraordinarios. En 2024, el COAR La Libertad ganó el prestigioso Premio Zayed a la Sostenibilidad, en Emiratos Árabes Unidos, por un proyecto para descontaminar el canal prehispánico La Mochica mediante fitorremediación.
Víctor Sánchez, exalumno y líder del proyecto, relata las dificultades: “El laboratorio del colegio, con implementación básica no cubría los análisis necesarios. Tuvimos que recurrir a entidades externas como el INIA”. La experiencia, sin embargo, fue transformadora. “Gracias al proyecto, pude ingresar a la PUCP. Las habilidades adquiridas en estos tres años han forjado en mí una persona analítica”, afirma.
Un futuro en observación
La frustración de la comunidad educativa se dirige a las autoridades. Luz Abanto, alcaldesa escolar del COAR, es la voz de sus casi 300 compañeros: “Es una ofensa ser testigos de las promesas constantes. Queremos menos palabras y más acción”, señala.
Actualmente, el anhelado proyecto de construcción de un local propio se encuentra en observación. No cuenta con un sistema de saneamiento, agua ni desagüe definidos. La falta de un expediente técnico y la posible desaparición de PRONIED, entidad a cargo, generan una profunda incertidumbre. Los cálculos más optimistas sugieren que la construcción no iniciaría antes de 2027.
Mientras la voluntad política define el futuro, la comunidad del COAR La Libertad sigue adelante, demostrando que el talento y la determinación pueden florecer incluso en el terreno más adverso, a la espera de que, algún día, la infraestructura esté a la altura de sus sueños.
Autores
Nota escrita por los corresponsales escolares Mikaela Jazmin Espinoza Moore, Edu Jair Alva Parimango, Carolayn Ysabella Vasquez Real, Joyce Kristell Bobadilla Lazaro y Angela Massiel Quiroz Plasencia, del COAR La Libertad. Los estudiantes realizaron su investigación bajo la mentoría del periodista de El Comercio Enrique Planas.