El aeropuerto es nuevo, pero esta es una historia de nunca acabar. Tal y como ocurría en el antiguo Jorge Chávez, ser presa de su acercamiento y ofrecimientos es inevitable después de salir por las puertas de llegadas nacionales e internacionales. Hablamos de algunos taxistas que operan como jaladores de una avenida cualquiera, sujetos que acosan a los pasajeros ante la vista de policías y personal de seguridad.

El Comercio los encontró en una zona cercana a los puntos de pago del estacionamiento de corta estancia, por el que pasan los recién llegados al aeropuerto. Se trata de un grupo de aproximadamente 15 sujetos, quienes visten elegantemente, de saco y corbata, para ganar la confianza de los pasajeros. Cuando uno se acerca a su ubicación, los ofrecimientos y palabras amistosas son incesantes, sin importar si interrumpen el paso de la persona. Además, si bien parece que compiten entre sí para ganar pasajeros, descubrimos que entre ellos existe una sospechosa complicidad.
Modus operandi
El Comercio llegó al punto mencionado. De inmediato, se acercaron tres personas. “¿A dónde va amigo?“, pregunta uno. ”A San Juan de Lurigancho“, respondimos. “¡A mi barrio!”, respondió otro. El primer precio ofrecido es 80 soles. “Taxi seguro, si desea hay boleta o factura”, mencionan. Avanzamos sin aceptar las ofertas, pero otra persona se acerca y amablemente nos ofrece 70 soles con factura. Los precios empezarán a reducirse conforme nos alejemos. De pronto, se acercaron dos policías, quienes solo les pidieron que “avancen”.
Preguntamos también el precio a la zona de Corpac en San Isidro. “45 soles, con factura”, prometió un taxista.
Unos pasos después, recibimos una propuesta sorpresiva. “Yo tengo Uber y Didi. ¿A dónde vas? ¿Desea boletita?“, dijo. Metros más adelante, otro sujeto se nos acercó y explicó que ambos trabajan con taxis de aplicativo, por lo que basta con acordar un precio con el cliente, hacer que este pida un servicio en la aplicación y que el conductor acepte el aviso generado.
Apartados de ellos, observamos su comportamiento con otros pasajeros. Las conductas se repetían. Las personas que recién llegan son interceptadas por tres o cinco jaladores, las palabras generosas se repiten —“Ese es mi barrio”— y llevan el equipaje del usuario hasta un vehículo cuando este ha aceptado. Los policías aparecen esporádicamente. No los botan, solo los dispersan.
Cuando abordaron a un hombre de maleta roja, algo nos llamó la atención: entre los jaladores no hubo una competencia, sino un acuerdo para organizarse quién acordaba un precio y quién llevaba finalmente al pasajero; El Comercio identificó a un joven de chompa negra y otro de terno como los participantes de la mayoría de ofertas. Así funciona gran parte de los ofrecimientos y acuerdos que logra este grupo de taxistas.
Asimismo, en un momento identificamos que uno de ellos tenía una tabla en la que anotaba nombres, apellidos y cifras.
El Comercio consultó a un integrante del personal de seguridad del aeropuerto sobre los permisos y restricciones para los jaladores. Vestido con chaleco fosforescente, respondió que “todos son taxistas”. “Están habilitados para estar hasta esta línea amarilla”, señalando un piso podotáctil. No obstante, este Diario verificó que varios de ellos la sobrepasaban.

Los vehículos de los jaladores
Seguimos a algunos vehículos en los que los jaladores llevaban a los pasajeros que aceptaban sus ofertas. Todos estacionaron sus unidades en la zona B E1 del estacionamiento de corta estancia.
Tras ser rodeada por varios taxistas, una joven fue conducida hasta el carro de placa BAO-413. Está habilitado para realizar el servicio de taxi ejecutivo, cuyo titular de autorización es la empresa MUNDO TICO S.A.C. No cuenta con multas de tránsito ni de transporte pendientes de pago.
Una pareja con una mochila amarilla fue traslada por un auto de placa BFC-291. También está habilitado para taxi ejecutivo por la compañía TRANSPORTE E INVERSIONES JYK E.I.R.L. Tampoco cuenta con infracciones impagas. Situación similar ocurrió con el vehículo BFQ-590, autorizado para taxi ejecutivo por la empresa E.T MULTISERVICIOS INVERSIONES Y NEGOCIACIONES SVICO LATINO.
Sin embargo, el auto negro de placa C2K-443, al que subió una familia y presentaba signos de haber sufrido choques, no está habilitado por la Autoridad de Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU) para realizar servicios de transporte.
Estacionamiento de corta estancia
El aeropuerto Jorge Chávez cuenta con estacionamientos ubicadas frente al terminal aéreo, procurando que su acceso sea directo y rápido. El estacionamiento eventual o de corta estancia es el más amplio del terminal aéreo y tiene 911 parqueaderos.
Los vehículos de altura menor o igual a 2.20 m puede permanecer hasta 45 minutos por S/6.30; de 46 a 60 minutos por S/8,40; y de 61 en adelante por S/. 8.40 por hora o fracción.
Por su parte, el estacionamiento de corta estancia para Buses o vehículos de altura mayor a 2,20 m se encuentra ubicado a una distancia de 100 m del terminal aéreo, frente al Hotel Costa del Sol y cuenta con 22 espacios de estacionamientos amplios para albergar a buses hasta 15m de largo.