La firma del acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur se aplaza a enero tras las presiones de Francia e Italia
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, comunicó a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE que la firma del acuerdo de libre comercio con Mercosur, prevista para este sábado 20 de diciembre en Foz de Iguazú, no se llevará a cabo y se pospone a una fecha aún por concretar a comienzos de enero. La decisión se tomó durante la cena de la cumbre europea en Bruselas, después de que varios líderes manifestaran reservas sobre el impacto del pacto en sectores sensibles, especialmente el agrícola.
Aunque el acuerdo no figuraba formalmente en la agenda del Consejo Europeo, las presiones de Francia e Italia obligaron a abordar el asunto y terminaron frustrando la firma inmediata. El presidente francés, Emmanuel Macron, reiteró que el texto actual sigue siendo inaceptable para su país, mientras que otros socios como Polonia, Hungría, Austria y Bélgica mantenían reservas, sin alcanzar por sí solos la minoría de bloqueo necesaria.
El giro definitivo se produjo cuando la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, consideró “prematuro” firmar el pacto ahora, aunque se declaró dispuesta a respaldarlo más adelante, una vez atendidas las reclamaciones de los agricultores italianos. Esta postura terminó de inclinar la balanza e impidió que Von der Leyen obtuviera el mandato por mayoría cualificada que necesitaba de los Veintisiete para proceder a la firma.
El aplazamiento fue coordinado también con los socios sudamericanos: el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y Giorgia Meloni mantuvieron una conversación telefónica en la que coincidieron en que no se daban las condiciones para mantener la ceremonia prevista en Iguazú, pero dejaron abierta la posibilidad de adoptar el pacto comercial el próximo mes.
Entre los elementos clave para sumar el apoyo de Italia figuran las “salvaguardas” pactadas esta semana entre el Consejo y el Parlamento Europeo, que incluyen vigilancia de mercados y la posibilidad de suspender importaciones de productos sensibles si se detectan distorsiones graves para los productores europeos. Estas medidas, sin embargo, aún deben ser adoptadas formalmente y no estarán en vigor antes de enero, un calendario que el propio Macron invocó al pedir esperar a que se materialicen y se refuercen también los controles aduaneros prometidos por Bruselas.
