El presidente electo de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, lanzó un mensaje firme durante la ceremonia de entrega de credenciales, advirtiendo a los sectores que no estén dispuestos a colaborar con su gobierno. Su frase —“la libertad tiene sus condiciones”— encendió el debate político y marcó el tono de lo que podría ser una etapa de gobierno con liderazgo fuerte y exigencia de unidad.
Ante el Tribunal Supremo Electoral y en presencia de autoridades nacionales, Rodrigo Paz afirmó que “la libertad no puede ser excusa para someter a un pueblo”, y advirtió que quienes no deseen aportar al país “deberán atenerse a las consecuencias”. Su declaración fue interpretada como un llamado a la cooperación nacional, pero también como una advertencia a los sectores opositores y críticos de su proyecto político.
Paz, quien llegó a la presidencia tras derrotar al Movimiento al Socialismo (MAS), subrayó que su prioridad será construir un país “de concertación y trabajo conjunto”, pero insistió en que la libertad democrática debe ejercerse con responsabilidad. “No abusemos de la libertad; la libertad también se defiende”, sentenció el mandatario electo, dejando entrever que su administración impondrá límites a lo que considere acciones desestabilizadoras.
El líder paceño, hijo del expresidente Jaime Paz Zamora, asume el poder en un contexto de transición histórica, tras dos décadas de predominio del MAS. Su victoria fue interpretada como el inicio de un nuevo ciclo político, marcado por la promesa de modernización institucional y reconciliación nacional. Sin embargo, su mensaje ha sido recibido con cautela por analistas y opositores, quienes advierten que el llamado a la unidad no debe confundirse con uniformidad política.
La frase “la libertad tiene sus condiciones” generó distintas lecturas en el ámbito político boliviano. Mientras sus seguidores la interpretan como una invitación a la disciplina cívica y al compromiso con el país, sus críticos la ven como una señal de posible autoritarismo. Analistas consultados señalan que Paz intenta proyectar una imagen de firmeza ante la fragmentación política, pero deberá equilibrar ese liderazgo con el respeto pleno a las libertades democráticas.
Para muchos, el nuevo mandatario encara un doble reto: recuperar la confianza de un electorado dividido y demostrar que su promesa de diálogo no será una imposición encubierta. En palabras de un observador político local, “Rodrigo Paz ha puesto sobre la mesa su idea de libertad: una libertad que exige compromiso, pero que no debe limitar la disidencia”.
El inicio del mandato de Rodrigo Paz podría marcar un giro hacia una política de orden y consenso condicionado. Su advertencia sintetiza el desafío central de su gobierno: mantener la estabilidad sin sacrificar el pluralismo. En Bolivia, la libertad —como él mismo dijo— tiene condiciones, pero el verdadero desafío será que esas condiciones no se conviertan en restricciones.
