El matador vallisoletano Mario Navas ha protagonizado una rueda de prensa en la que describe con franqueza su paso por una temporada sin actuaciones profesionales: “Lo que más me duele es no poder torear, que es lo que me hace sentirme vivo y ser feliz”.
Tras irrumpir con fuerza en 2024 —cuando ganó el certamen «Céntate Las Ventas» y obtuvo varias actuaciones en la plaza madrileña —, en 2025 no ha podido vestirse de luces ni ha asistido a ningún cartel. Navas señala que “a uno le cierren puertas” es un golpe duro, que añade que “aceptar la profesión tal y como está” es parte de su aprendizaje.
Entre los factores que menciona, está la falta de confirmación de alternativas en plazas clave como Plaza de las Ventas y Plaza de Toros de Valladolid, donde un acuerdo con la empresa para torear un encierro de la ganadería Victorino Martín no se concretó. Navas alude a que “por parte de otros toreros no les parecía bien”, lo que retrasó su inclusión.
A pesar de este bache, el torero mantiene la esperanza en su futuro taurino. Afirma que confía en su oportunidad: “A todo el mundo le acaba pagando su oportunidad y a mí me acabará llegando”. Apunta a participar en certámenes para jóvenes matadores y a confirmar la alternativa en Madrid.
“Vivir sin torear no es vivir, pues eso”, afirma Navas, en una frase que resume su estado anímico tras un ciclo en blanco.
La temporada de Mario Navas evidencia las dificultades que enfrentan los toreros emergentes en un mercado taurino competitivo, en el que las decisiones empresariales, la antigüedad y la gestión de oportunidades pesan tanto como la valía artística. Su caso invita a un análisis más amplio del relevo generacional en la tauromaquia, de las dinámicas de exclusión y de las vías de acceso que permanecen cerradas para muchos jóvenes aspirantes.

