La crisis política venezolana vivió un nuevo capítulo tras revelarse que la administración estadounidense rechazó una propuesta directa de Nicolás Maduro, quien habría ofrecido —a través de intermediarios y bajo la mediación internacional— dejar la presidencia y abandonar el poder en un plazo de dos años como parte de un acuerdo de transición gradual. Según reportes publicados por medios estadounidenses y confirmados por fuentes diplomáticas, la Casa Blanca, liderada por Donald Trump, consideró insuficiente la propuesta y reiteró que cualquier salida pacífica debe contemplar una transición inmediata que garantice la celebración de elecciones libres lo antes posible.
La filtración de la propuesta coincide con el incremento de la presión internacional sobre Venezuela. Estados Unidos mantiene un despliegue militar inédito en aguas del Caribe, a través de la “Operación Lanza del Sur”, que suma el portaaviones Gerald R. Ford, buques de guerra y más de 12,000 efectivos. El objetivo es demostrar capacidad de respuesta ante cualquier escenario desestabilizador tras el reciente endurecimiento de sanciones y la inminente designación del llamado “Cartel de los Soles”—allegado al chavismo—como organización terrorista, lo que supone un golpe financiero y diplomático de gran envergadura para altos funcionarios del régimen.
En respuesta, Maduro denunció una “guerra psicológica” orquestada desde Washington para socavar la estabilidad nacional y propiciar un cambio de poder forzado. El presidente venezolano aseguró que está dispuesto a dialogar “cara a cara con el gobierno estadounidense”, siempre y cuando se respete la soberanía del país y se eviten presiones unilaterales o amenazas de intervención.
La postura de Washington recibió respaldo de gobiernos en la región y organismos multilaterales que insisten en la necesidad de restablecer la democracia en Venezuela, aunque algunos líderes sudamericanos abogan por un proceso negociado y con garantías para todas las partes. Analistas internacionales advierten que el clima de tensión podría profundizarse si no se encuentra una salida consensuada, mientras Venezuela permanece bajo fuerte resguardo militar y ante la expectativa de nuevos movimientos políticos tanto internos como externos.
