Miren, miren, miren, miren. Si no me muero, me vuelvo loco. Tranquilo, colorao. Resulta inevitable escucharlo hablar —tal y como hace en alguno de sus famosos videos— ni bien ponemos pie en su restaurante piurano. Las frases más populares del ‘Tío Lenguado’ adornan sus paredes y, de rato en rato, también se escuchan en vivo, mientras él mismo recibe a los clientes, ordena las mesas o se acerca a preguntar qué tal está el pedido. Entre chaufa de pescado, conchas a la parmesana, chicharrón y cebiche de lenguado (con su porción de chifle para empezar) nos encontramos con él en su hábitat natural.
Su energía es contagiante y su buen humor lo es todavía más. Con 65 años encima y una pasión palpable por lo que hace —cocinar, y vivir para contarlo— lo primero que resulta curioso sobre él es la naturalidad con la que maneja la popularidad. Su marca (con más de 550 mil suscriptores en YouTube) es un fenómeno que saltó de las redes sociales a las mesas de Piura, donde reside desde 2000. Allí llegó con 40 años buscando olas, sabores y un nuevo comienzo. Y vaya que lo encontró.
Sale caliente
Carlos Guerra nunca fue ajeno a las bondades del mar. Administrador de profesión, mantuvo durante años un negocio en su natal Lima que proveía de langostas a restaurantes y hoteles, aunque se escapaba al norte cada vez que podía para surfear. Con el tiempo decidió apostar por abrir una pescadería en la avenida Primavera, que terminó por convertirse en un restaurante. Lo llamó Don Antonio en homenaje a su primer hijo, quien falleció con solo seis años. Desde entonces, piensa que él lo acompaña y que le ha traído suerte.
“En esa época, las señoras pitucas de Monterrico venían en la mañana, y los esposos llegaban en las tardes. En el medio, no tenía nada que hacer, así que empecé a preparar cebiches y fue un ‘boom’. Pero no sabía hacer más platos. Así que les pagué a los cocineros de los restaurantes donde vendía productos para que me enseñasen. Ahí fui aprendiendo”, cuenta. Lamentablemente, la dueña de dicho local no se lo quiso vender y las cosas no fueron fáciles.
A Piura llegó persiguiendo un sueño. En realidad, siempre había estado allí, no solo en su búsqueda de las mejores olas de la costa peruana, sino porque su madre era piurana y muchos de sus veranos de infancia los pasó en el norte. Así, en 2000 compró un terreno en Sullana, mudó a su familia y, siguiendo su estela de buena suerte, abrió otro restaurante que volvió a bautizar como Don Antonio. Era un local campestre, donde se hacían eventos, pachamancas, parrillas y preparaciones criollas. Fue allí donde se criaron sus tres hijos: Sebastián, Lorenzo y Francesca. Actualmente los dos primeros viven en Piura, y la menor reside en Estados Unidos con su mamá.
Don Antonio funcionó bien durante un tiempo, hasta que una invasión en una zona cercana puso en peligro la operación y fue inviable seguir. Carlos Guerra tuvo que rematar la propiedad a un 25% de lo que valía y no tuvo más opción que buscar trabajo en una minera cercana, y allí estuvo hasta que cumplió 60 años y pudo jubilarse. Poco después llegó la pandemia y la vida, nuevamente, le cambió para bien.
“Mi hijo Lorenzo, mejor conocido como ‘Descocao’ (@descocaostv) hacía videos de broma en la calle. Yo nunca los había visto porque trabajaba todos los días. Después me enteré que agarraba mi camioneta, mi moto, hacía videos en la casa. Cuando comenzó la pandemia se puso a hacer videos míos preparando cosas. Se le prendió el foco a mi hijo. El primer video que hice fue de un cebiche de seis soles con merluza, preparé una fuente para tres o cuatro personas. Y reventó, se volvió viral”, explica el ‘Tío Lenguado’. El apodo nació de sus hijos cuando debutó en redes sociales, pero, en realidad, ellos solo añadieron el ‘tío’: a Carlos le decían ‘lenguado’ desde el colegio, por su “cara afilada, como un lenguado”, añade.
Enorme fue su sorpresa cuando Lorenzo le contó que los videos ganaban dinero. Primero su hijo le compró una tabla con las ganancias, pero luego el asunto se volvió un poco más serio. Durante la pandemia la popularidad del ‘tío’ reventó y tuvo alcances inimaginables, con peruanos que le escribían —y le escriben— de todos los rincones del mundo. “Los policías no me paran para pedirme mis documentos, sino para pedirme una foto”, bromea él.
Hoy, con más de 450 videos en su haber, la familia está dedicada al proyecto de tiempo completo. Si bien la frecuencia de los videos ha bajado debido a la apertura de su último restaurante —bautizado con su propio nombre, y con los platos que a él le gusta cocinar— el trabajo no puede ni debe parar. “Yo no sabía ni lo que era YouTube”, explica Guerra sobre sus comienzos. “Si bien hubo varias temporadas rentables, con empresas que nos auspiciaban y todo eso, a mí lo que más me gusta es el cariño de la gente. Es algo que me llena, siento felicidad”, dice el tío con emoción. Entre sus planes está el abrir un segundo restaurante, más grande y más rústico, que espera tener listo a mediados de este año. En su mesa hay lenguado para rato. //
Además…
En la mesa del tío
En junio del año pasado, el ‘Tío Lenguado’ inauguró su restaurante homónimo ubicado en Bello Horizonte, Piura. Si bien el local no se encuentra en una zona comercial, la clientela es asidua y suele haber colas para entrar. La cocina es abierta y las mesas amplias: la idea es poder pedir platos para compartir, ya que las porciones son generosas. Hay de todo en este menú: desde chaufas hasta chicharrones, pasando por varios platos combinados. Para que se den una idea, el cebiche de lenguado fresco cuesta unos 40 soles. Un verdadero lujo.