El pasado 5 de noviembre, la Santa Sede presentó un documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe titulado Mater Populi Fidelis, donde se aborda un tema de mucha polémica y sensibilidad para la feligresía de la Iglesia católica: el culto y la adoración hacia la Virgen María. Para todos los seguidores de las iglesias católica y protestante, la Virgen es la madre de Jesús, el Mesías, mencionada en la Biblia como: “¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres”, y en el Corán como “la más grande de todas las mujeres”.
Los padres de María fueron Ana (de Judea) y Joaquín (de Galilea), ambos creyentes del Dios Altísimo. Se considera el embarazo de Ana un milagro porque era estéril. María fue educada en el Templo de Jerusalén para servir al Señor y, a los 12 años de edad, fue entregada a José, el carpintero, como esposa (según textos apócrifos). El resto de la historia lo conocen todos los cristianos: la Virgen María dio a luz a Jesús, el Hijo de Dios.

Hago este recuento histórico y bíblico para recordar que, desde el siglo IV, a María se le comienzan a atribuir milagros y a reconocer apariciones en muchos lugares del mundo, hechos que fueron utilizados por la Iglesia católica para atraer seguidores y alejarlos del paganismo. Con el paso de los siglos, esto fue creciendo de tal manera que a la Virgen se le llega a adorar tanto o más que a Dios Padre y a Jesucristo, su Hijo. La fe popular la tiene como intercesora ante Dios y con poder para obrar milagros. La Iglesia protestante solo reconoce a Dios como el único digno de adoración y con poder para realizar milagros, y atribuye a Jesucristo su rol de intercesor único.
Mater Populi Fidelis viene a colocar las cosas en su lugar y a corroborar que la Curia Romana lleva décadas buscando cómo enfrentar este espinoso asunto debido a las reacciones de sus fieles, entre quienes muchos ya han comenzado a tildar al papa León XIV de hereje y demonio que ha venido a destruir a la Iglesia católica. Las repercusiones serán profundas; desmontar una mentira que Roma alimentó durante siglos no será fácil. Será muy doloroso para muchos seguidores marianos. Solo el evangelio de Jesucristo puede conducir a la verdad, y esto también será un llamado a leer el Nuevo Testamento, donde están las respuestas a la incertidumbre del ser humano con respecto a Dios y al inicio de la reunificación de las iglesias.


