El médico y conferenciante Mario Alonso Puig advirtió que, si se entrega a la inteligencia artificial el criterio para pensar y decidir, “se perderá lo que nos hace humanos”, y llamó a usarla como aliada, no como sustituta de la mente y el espíritu humanos.
Riesgo de delegar el pensamiento en la IA
Alonso Puig, cirujano y experto en desarrollo personal, alertó de que “hay cosas que la IA nunca podrá hacer” y que el verdadero peligro no está en la máquina, sino en que las personas le cedan su capacidad de discernir. Señaló que ya hay estudios en Estados Unidos que muestran un descenso del coeficiente intelectual en jóvenes que “lo dan todo a la máquina”, delegando en ella tareas que exigen esfuerzo mental.
Según el médico, la IA puede simular y, a veces, mejorar ciertas funciones de la mente, pero no puede reemplazar las funciones del espíritu, que incluyen dimensiones como la consciencia, la fe, el amor, la sabiduría y la esperanza. Si las personas dejan de cultivar estas capacidades, advierte, la máquina “aunque finja ser empática” acabará pareciendo más humana que un ser humano que ha renunciado a su propia profundidad.
La IA como colaboradora, no como sustituta
Alonso Puig insistió en que la tecnología debe entenderse como una herramienta colaborativa: útil para procesar muchos datos o resolver problemas complejos, siempre que exista un diálogo en el que la persona se vea impulsada a pensar más y mejor. Cuando se usa así, sostiene, la IA puede incluso aumentar la capacidad humana, pero si se le deja resolver todo el problema “se pierde esa capacidad” en el usuario.
Por ello, defendió que la clave es no “entregar el criterio” a la IA a la hora de tomar decisiones o enfocar desafíos, porque en ese caso se termina acusando a la tecnología de quitarnos algo que previamente le hemos cedido. A su juicio, el reto de la sociedad consiste en aprovechar la IA para potenciar las capacidades humanas, sin negar la tecnología, pero tampoco renunciar a aquello que ninguna máquina puede aportar.
