El gran fervor católico se viste de gala cada mes de octubre, con la salida de la sagrada imagen del Señor de los Milagros. Millares de seguidores y feligreses iniciarán su peregrinaje acompañando la famosa anda por las calles limeñas, para rendirle honores al santo patrono de Lima, aprovechando la oportunidad para pedir con gran devoción sus milagros.
La sagrada imagen del Señor de los Milagros recorrerá en procesión las calles de la capital este mes de octubre, como todos los años, donde fervientes acompañantes siguen al Señor en cada una de sus andanzas, para agradecer por los milagros, y otros esperando que el santo les conceda el deseo de salud y milagros por realizar. A través de los siglos, la venerada imagen del Señor ha sido artífice de una gran devoción a nivel mundial. Así vemos que en muchos países se ha tomado la procesión del Señor de los Milagros como un acto de amor y máxima devoción del cristianismo.
Países como Francia, en la iglesia de Notre Dame, veneran una imagen de nuestro Señor de los Milagros que es visitada por millares de personas todos los años. Algo similar sucede en Suiza, Panamá y otros países, donde se demuestra el fervor religioso como un milagro divino.
La expresión más bella del amor a Dios
El Señor de los Milagros es la expresión más bella del amor de Dios para con su pueblo, para con toda la humanidad y la creación. “En la cruz está la vida y el consuelo, y ella sola es el camino para el cielo” (Sta. Teresa de Jesús). Nuestro Creador, en su divina voluntad, quiso que su amado Hijo Jesucristo rescatara y reconciliara al ser humano consigo mismo por medio de su pasión, muerte en cruz y su resurrección.
El Señor de los Milagros es el mismo Cristo crucificado que está expuesto en la cruz para salvación de toda la creación.
Historia de la imagen
El Señor de los Milagros, Cristo de Pachacamilla, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores, es una imagen del Señor Jesús pintada milagrosamente en una pared de adobe ubicada en el Altar Mayor del Santuario de las Nazarenas de Lima. A mediados del siglo XVII, los negros de Angola formaron la cofradía de Pachacamilla y levantaron una edificación en donde uno de ellos pintó en la pared la preciosa imagen de Cristo crucificado.
El Señor de los Milagros es una imagen de Jesucristo originalmente pintada en una pared de adobe, ubicada tras el Altar Mayor del Santuario de las Nazarenas de Lima (Perú) y venerada en Lima y diversas partes del mundo. La festividad del Señor de los Milagros es la principal celebración católica en el Perú y una de las procesiones más grandes del mundo. La imagen original del Cristo fue pintada en 1651 por un esclavo de casta angoleña llamado Pedro Dalcón o Benito, según Raúl Porras Barrenechea. Posteriormente, fueron añadidas las imágenes de Dios Padre, María y María Magdalena. Se le conoce como Cristo Moreno debido a que, entre sus creyentes, predominaba la gente de piel morena. Podría estar relacionado, según explica la historiadora María Rostworowski, con el culto milenario al dios Pachacámac, tan solo por haber sido pintado en el Barrio de Pachacamilla en el centro de Lima.
Nace la leyenda
Durante el siglo XVII, un esclavo de Angola, llevado a Perú, pintó en un templo improvisado del barrio de Pachacamilla, donde acudían a orar los esclavos, una imagen de Jesucristo crucificado, sin saber el fervor que, años después, esa imagen iba a provocar entre la población limeña.
El 13 de noviembre de 1655, a las 14:45 horas, tuvo lugar un terremoto que estremeció Lima y Callao, derrumbándose templos, casonas y las viviendas más frágiles, dejando miles de víctimas mortales y damnificados. Lo que más llamó la atención fue que la pared simple de adobe, donde se encontraba el Cristo, permaneció intacta. Tras este sorprendente hecho, los creyentes salieron a marchar con una copia del mural, procesión que dio inicio a una gran tradición y que en la actualidad se considera como una de las más grandes del mundo. En 1746, un segundo terremoto –acontecido también en octubre– volvió a dejar en ruinas la ciudad, con miles de muertos y damnificados; y el muro otra vez se mantuvo en pie. Dicho hecho produjo una reacción de fe popular: se hizo una réplica de la pintura para ser sacada en procesión por las calles de la ciudad. Luego de varios intentos fallidos de las autoridades para eliminar el mural, por considerarlo fuera de las normas religiosas, los fieles del Cristo consiguieron volver a levantar un templo, que se inauguró en 1671. Años después, Antonio de León, laico español perteneciente a la parroquia de San Sebastián, encontraría la imagen y comenzaría a venerarla. Antonio estaba muy enfermo, tenía migraña, estaba muy delgado y débil. Entonces, comenzó a visitarla todos los días para pedirle al Señor de Pachacamilla que lo sanara. Al poco tiempo, Antonio fue completamente curado. Aquel hombre se convertiría en el primer gran predicador de la devoción. Antonio, con la aprobación del virrey y del arzobispo, construyó una ermita en el lugar y la convirtió en recinto de oración.
Después del segundo terremoto, se construyó lo que actualmente es el hogar de la famosa pintura: el Santuario de las Nazarenas, en el centro de Lima. Cada mes de octubre llegan hasta aquí miles de personas de todo el mundo para ver la salida del Señor de los Milagros de la iglesia y su posterior procesión.
Los milagros de Jesús
Los milagros de Jesús son hechos sobrenaturales que se le atribuyen a Jesucristo en el curso de su vida terrenal y que han sido recopilados en el Nuevo Testamento de la Biblia. Estos milagros se pueden clasificar en cuatro grupos: curaciones, liberaciones, resurrección de los muertos y el control sobre la naturaleza.
Si alguien nos preguntara cuál fue el primer milagro que hizo Jesús, no dudaríamos en responder que fue el del agua convertida en vino durante una fiesta de bodas en la ciudad de Caná de Galilea. El número exacto de los milagros depende de cómo se cuentan; por ejemplo, en el milagro de la hija de Jairo, donde una mujer se cura y una niña es resucitada, pero los dos acontecimientos son narrados en los mismos párrafos de los Evangelios y por lo general de forma conjunta. Hechos simbólicos, como que la niña tuviera doce años y que la mujer hubiera estado enferma durante doce años, han sido objeto de diversas interpretaciones.
En 1920, varios periódicos y habitantes de Lima hicieron eco de la repentina curación de Rosa Angélica Castro, una pobre tullida de modesta familia, que había pasado por dos operaciones y que por causas desconocidas por los médicos había quedado inmovilizada en ambas piernas. Llegó octubre y, con él, la procesión del Señor de los Milagros. En el segundo día de andas, Rosa Angélica y su madre ingresaron al Templo de la Encarnación y, al ver la imagen, suplicaron la salud que la joven tullida tanto deseaba. Apenas la multitud había abandonado el templo, la enferma sintió una conmoción que la hizo dejar la silla, se levantó y caminó presa de un gozo indescriptible, superando sus males y agradeciendo al Cristo Moreno por su misericordia.
Otro relato indica que Rosa Oquendo llevaba un año y dos meses padeciendo parálisis de los miembros inferiores y, pese a haber consultado a varios médicos, todo había sido inútil. El día que salió la procesión, fue conducida a la plazuela de Mercedarias y, al pasar la imagen delante del lugar donde se encontraba, ella se levantó del sillón donde estaba reclinada y siguió las andas sin sentir molestia alguna, causando sorpresa entre quienes la conocían.
Había una mujer a quien conocían como “La Resucitada”. Si bien es cierto que no se trataba de una verdadera resurrección, estuvo a punto de ser enterrada viva de no ser por la protección del Señor de los Milagros. Había sido víctima de una fuerte catalepsia que había dado a sus miembros la rigidez cadavérica y la impedía dar señal exterior alguna. Todo estaba en orden para su entierro y, según ella, se dio cuenta de su estado, advirtiendo el peligro que corría, y empezó a encomendarse a Dios. A sus oídos llegó la versión de la procesión que pasaba por delante de su casa, y pidió con gran fervor al Cristo Moreno que la librara del peligro en que se hallaba y que alcanzara a dar signos visibles de que aún estaba con vida.
En 1935 hallamos otros dos casos. Uno es el de la Sra. Elvira R. de Dávila, curada de un tumor canceroso en el útero. Tanto el médico que la atendió como los que la examinaron en el Hospital Arzobispo Loayza, entre ellos el Dr. Constantino Carvallo, juzgaron que el mal no tenía remedio. La enferma, sacando fuerzas de flaqueza, pidió que le permitiesen abandonar el hospital y acudió a la novena del Señor en su templo. El divino crucificado escuchó, y sin operación el tumor desapareció y se sintió sana.
María Drinot Fuchs, con residencia en Magdalena del Mar, adolecía de un bulto en el vientre que, a juicio de tres cirujanos, exigía una intervención quirúrgica. Ella se resistió a ser operada y prefirió acudir al Señor de los Milagros. Su fe la salvó, pues a los pocos días no le quedó rastro de su mal.
“Para mí es un misterio cómo llegué a la procesión del Cristo de Pachacamilla aquella vez, porque yo lo ignoraba. Buscaba a Dios en persona, pero desconocía la imagen. Mi hijo se cayó de las escaleras a los dos años. Lo llevé al Hospital del Niño en Breña, donde lo desahuciaron. No sé cómo, pero llegué hasta la procesión con mi niño en brazos, lo puse frente al altar y le prometí a Dios muchas cosas a cambio de que salvara a mi hijo. Le dije que me pondría el hábito morado hasta mi último día. En ese momento, una luz alumbró a mi hijo y empezó a mover su cabecita. En el hospital me dijeron que era un milagro”, comentó Alejandrina Ponce.
“Ya tengo unos 27 años en la hermandad. Mi madre me contó la historia de cómo me curé cuando tenía 15 años. Desde ahí empecé a tener una fe tremenda. En agradecimiento dije: ‘Señor, si tú quieres, algún día levantaré tu anda’, y tuve la oportunidad de hacerlo y más aún, de pertenecer a la hermandad”, comentó Luis Díaz.
“Vengo cada año desde que tengo memoria. Tengo que agradecer por todo lo que me da. Él me cuida, protege a mis hijos. Hace años le pedí que nos diera un techo para vivir con mis hijitos, y me ayudó. Ahora tengo mi casa, mis hijos ya crecieron y tienen trabajo, tienen salud. Todo es gracias a Dios”, dijo Estela Poma.
Estos son algunos de los milagros que han podido comprobarse, pero hay muchos más que quedan ocultos y no se hacen públicos, aparte de las gracias materiales que ha dado a muchos. Todos los que han mirado de cerca esa incesante afluencia de gente a su santuario en el mes de octubre han escuchado las confesiones de los fieles; son testigos de muchos favores que el Señor de los Milagros hace en sus vidas.
Los platos típicos de octubre
Como en cualquier celebración peruana, no puede faltar la comida típica. En el mes morado, el turrón de Doña Pepa es el rey, un infaltable postre en la mesa de los peruanos. El turrón se prepara con palitos de harina y manteca que se cubren de miel e innumerables grajeas de colores. Según cuenta la historia, una esclava morena de nombre Josefa Marmanillo, o Doña Pepa, se curó de una parálisis en sus brazos tras rezarle al Señor de los Milagros. En agradecimiento, creó uno de los postres más sabrosos del Perú. Existen muchas presentaciones, pero el sabor clásico y tradicional es el preferido.
Nos cuenta María que todavía recuerda cuando iba a la procesión del Señor de los Milagros y aquello que encontraba en el camino como si fuera ayer. “Existían las vivanderas por toda la avenida Tacna que ofrecían desayunos con pan con chicharrón y tamales; en el camino encontrabas diferentes viandas criollas, pero los anticuchos eran infaltables. Una vez que pasaba la procesión, la gente solía ir a comprar en la pastelería y panadería ‘Huérfanos’ unas rosquitas de manteca. Parte del recorrido de peregrinaje del Señor de los Milagros lo formaban los bocadillos callejeros, preparados por humildes y devotas manos peruanas, que se encontraban en calles, esquinas, zaguanes y callejones del centro histórico de nuestra vieja Lima: anticuchos, arroz zambito, humitas, sanguito, chicharrones y tamales, todo un abanico de opciones para el buen comer.
Otro platillo que no puede faltar son los picarones, que nos dejan chupándonos los dedos de lo ricos que son. En el siglo XVII se comenzó a ofrecer este manjar en las procesiones del Cristo Moreno, y se convirtió en una tradición que los fieles disfrutan mientras acompañan a la santa imagen por las calles de Lima. La receta no ha variado a lo largo de los años. Se prepara con harina de trigo mezclada con zapallo y camote, que se sumerge en aceite hirviendo hasta lograr su característica textura crocante. Se acompaña con miel de chancaca.
Colores del Cristo de Pachacamilla
El origen de la historia del color morado va totalmente separado de la del Señor de los Milagros. Según cuentan los historiadores, una mujer ecuatoriana llamada Antonia Maldonado llegó a Perú y fue obligada por su madre a casarse con el noble Alonso Quintanilla. Años después, Quintanilla murió y Antonia Maldonado decidió seguir su vida como religiosa, fundando el Beaterio de las Nazarenas. Aquí implantó las vestimentas moradas, color típico de Jesús de Nazaret, las cuales iban adornadas con un cordón blanco de cinco nudos que representaban las llagas de Jesucristo.
El Beaterio de las Nazarenas fue cerrado por las autoridades y Antonia Maldonado abrió otro, el de Monserrate, que 17 años después correría la misma suerte. Tras la clausura de este último, les facilitaron un solar al lado de la Capilla del Cristo de Pachacamilla, actualmente conocido como el Señor de los Milagros, y aquí empezó la verdadera devoción de las monjas por este Cristo y la adquisición del color morado por parte de los fieles.
Las velas características de estas fechas también se han vuelto parte de la costumbre de los feligreses. Son cirios labrados artísticamente con los colores propios del Señor de los Milagros y se usan para acompañar a la imagen durante la procesión. Luego son entregados como ofrenda en la iglesia de las Nazarenas. Pueden ser muy pequeños hasta enormes, de varios kilos de peso; es una manera de agradecer al Señor de los Milagros por su bondad y sus milagros.