El neuropsicólogo Saúl Martínez-Horta explica que muchas veces no se trata de “tener mala memoria”, sino de que los mecanismos de atención y codificación no funcionan bien en el momento en que intentamos aprender algo. Es decir, el cerebro no llega a registrar con suficiente profundidad la información y, por eso, luego parece que la “memoria falla”.
Por qué no recuerdas lo que quieres
• La memoria depende de varios procesos encadenados: atención, codificación, almacenamiento y recuperación; si uno falla, el recuerdo se resiente.
• En muchas consultas se comprueba que la memoria funciona correctamente, pero detrás existe un problema de atención o de cómo se procesa la información.
Tipos de memoria implicados
• Martínez-Horta distingue la memoria declarativa (lo que desayunaste, el nombre de tu vecino) y la procedimental (conducir, andar en bicicleta), que se adquiere por repetición.
• En la memoria procedimental el cerebro automatiza acciones y no se basa tanto en palabras, sino en patrones de acción repetidos.
Atención y carga mental
• Para que un hecho se consolide como recuerdo, el cerebro necesita que prestemos suficiente atención al estímulo en ese momento.
• A veces el olvido se debe a que los recursos atencionales están saturados o centrados en otras preocupaciones, no a un daño real de la memoria.
Embarazo, maternidad y “mala memoria”
• El especialista comenta que muchas madres perciben peor memoria, pero ello se relaciona con una sobrecarga de tareas, estrés y cambios en el foco atencional.
• El aumento de información y responsabilidades genera más interferencias entre recuerdos nuevos y antiguos, lo que dificulta retener algunos detalles.
Niños con memoria “brillante”
• Los niños recuerdan mejor ciertos contenidos porque su “pizarra” mental está más limpia y hay menos interferencias de aprendizajes previos.
• En ausencia de tanta información acumulada, el cerebro infantil puede fijar con más claridad algunos recuerdos específicos.
Cómo reforzar la memoria
• Martínez-Horta destaca que es clave “dar profundidad” a lo que queremos recordar: asociar datos con imágenes, historias, colores o números.
Estrategias como vincular algo que debes comprar con un coche rojo o un número concreto facilitan la consolidación del recuerdo a largo plazo.
