Caracas – En medio de un escenario de sanciones económicas internacionales y caída prolongada de la industria petrolera, el gobierno de Nicolás Maduro ha reactivado la producción de carbón como una apuesta estratégica para generar ingresos. Según diversas fuentes, el país podría superar los 10 millones de toneladas de exportación este año mediante alianzas con empresas extranjeras.
Venezuela enfrenta enormes retos económicos: inflación desbocada, caída en la producción de crudo y restricciones impuestas desde el exterior. En este contexto, el carbón se presenta como un producto “exento” de algunas sanciones y una alternativa para ingresar divisas.
El ministerio correspondiente anunció que la explotación de minas como Paso Diablo y Mina Norte, ubicadas en el estado de Zulia, ha sido puesta nuevamente en marcha tras años de parálisis. Una sociedad conjunta con la empresa turca Glenmore Dis Ticaret Ve Madencilik A.S. estaría al frente de estas operaciones.
Desafíos y críticas ambientales
Aunque el impulso al carbón puede aliviar parcialmente las presiones económicas, expertos, comunidades locales y líderes indígenas advierten que la explotación se realiza sin suficientes garantías medioambientales. Se menciona que la minería genera contaminación de aire y agua, además del impacto social en comunidades cercanas.
Esto contradice la retórica oficial que promueve una “economía productiva renovada”. Por ejemplo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ya había recomendado diversificar la economía venezolana hacia modelos más sostenibles.
El movimiento hacia el carbón tiene múltiples implicaciones:
• Ingresos adicionales: Si la meta de 10 millones de toneladas se cumple, podría significar un respiro para las arcas nacionales.
• Imagen internacional: Reforzar exportaciones en sectores no sancionados puede ayudar a sortear parte del aislamiento económico.
• Riesgos sociales y ambientales: La apuesta rápida por minerales contaminantes puede tener efectos adversos duraderos en comunidades y ecosistemas, lo que a su vez podría generar conflictos internos y dañar la credibilidad del país ante inversores internacionales.
• Dependencia exterior: Aunque es una vía alternativa, el carbón sigue siendo una materia prima extractiva, y depender de su explotación mantiene a Venezuela en un esquema tradicional de economía de recursos, con todas sus vulnerabilidades.
El gobierno debe demostrar que este nuevo foco productivo será acompañado por transparencia, medidas ambientales y desarrollo local. Además, la comunidad internacional y los mercados seguirán de cerca si este plan genera realmente efectos positivos o si se convierte en una salida coyuntural con impactos negativos a largo plazo.

