Miles de personas hicieron fila en el Congreso de Colombia este martes para despedir al senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, fallecido la víspera tras sufrir un atentado que lo mantuvo grave y en cuidados intensivos durante dos meses.
El magnicidio del opositor sacude la campaña hacia las elecciones presidenciales de 2026 y revive los fantasmas de la violencia política que detuvo a disparos las aspiraciones presidenciales de cinco candidatos en el siglo XX.
Francisco Sanz analiza cómo los eventos internacionales transforman el mundo, cada martes.
Hijo de una periodista asesinada por Pablo Escobar, Uribe era el candidato favorito de la derecha para reemplazar al presidente izquierdista Gustavo Petro.
“En nuestro país, lamentablemente, tenemos ese gran problema de que si una persona piensa diferente, la solución es matarlo”, dijo a la AFP en los exteriores del Congreso el diseñador gráfico José Corvita. “No podemos seguir así”, clamó.
En el interior del palacio legislativo, el padre del presidenciable, Miguel Uribe Londoño, abrazó el ataúd cubierto por una bandera de Colombia y rodeado de flores.
Entre llantos y abrazos, la esposa del precandidato, María Claudia Tarazona, llegó cargando a su hijo menor junto a sus otras dos hijas, a quienes Uribe acogió como propias.
Los ciudadanos de a pie no pararon de circular a lo largo del día. Algunos tomaban fotos con el celular.
Durante una ceremonia militar en otro punto de la ciudad, Petro pidió un minuto de silencio en homenaje a Uribe y aseguró que “expertos internacionales” ayudan a “determinar las causas reales” del magnicidio.
Las autoridades han capturado a seis personas vinculadas al asesinato, incluido el pistolero, un adolescente de 15 años, y señalan como principal sospechosa a la disidencia de las FARC conocida como Segunda Marquetalia.